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El plástico: un demonio que necesitamos todos.

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Desde hace años, sabemos que el plástico tiene una gran incidencia  en nuestros hábitos de consumo.

Desde los juguetes que recibimos cuando somos pequeños hasta la ropa, los coches, el dispositivo desde el que estás leyendo este artículo.. el plástico tiene una presencia tan universal, que es difícil pensar que podremos hacerlo desaparecer de nuestro entorno.

¿Desde cuando usamos tanto plástico?

El plástico no ha existido siempre. 

En la industria alimentaria, el plástico se ha convertido en un elemento esencial, muy necesario para el envasado y transporte de alimentos.

Se calcula que en Europa se utilizan unos  8 millones de toneladas de plástico para producir envases de alimentos y bebidas.

Entre sus defensores están los que creen que el plástico protege contra la contaminación de los alimentos y evita la aparición de microbios. Según creen, es el aislante más seguro de cuantos existen en el mercado, y además su comodidad es claramente rentable entre mil acciones diarias.

El problema es que el residuo que acaba convirtiéndose como uno de nuestros peores enemigos, y el beneficio que tiene su uso durante el periodo efectivo de vida no compensa el coste que tiene su destrucción definitiva.

En los últimos años, varios estudios señalan que, durante el proceso de degradación, se generan micro plásticos que contaminan tanto a la flora como a la fauna, lo cual acaba perjudicando de forma indirecta nuestra salud.

envases de plastico medioambiente

Entre los detractores del plástico, siendo conscientes de que su principal preocupación es la contaminación que genera, el argumento que muchos esgrimen es que antes de que existiese el plástico, nuestros antepasados utilizaban otro tipo de envases, que facilitaban el consumo de los alimentos.

De hecho, no fue hasta mediados de los años 50 que se extendió el uso del plástico para el envasado y conservación de los alimentos, lo que ayudó a los consumidores a liberarse de las arduas tareas de compra, transporte y conservación de los alimentos.

Esto provocó un cambio radical en los modelos de consumo, y su evolución no solo afectó en este punto: Los medios producción y distribución de alimentos se vieron forzados a cambiar de forma irremediable, dado que los antiguos sistemas que venían utilizando desde siempre quedaron claramente obsoletos.

Además, con la llegada del plástico el consumidor descubrió que podía utilizar nuevos sistemas de refrigeración de alimentos en casa, los utensilios de cocina se fueron modernizando a medida que las nuevas tendencias se iban implantando, con nuevos aparatos que facilitaban el proceso de cocción.

Y ese cambio de tendencia benefició a todos en una mejora sustancial la calidad de vida.

¿Podemos no introducir los envases de plástico con nuestros hábitos de consumo actuales?

Es evidente que no somos los mismos que hace 70 años.

Las necesidades que tenemos hoy han cambiado, y los hábitos de consumo son totalmente diferentes.

No vamos a poder volver a aquellos sistemas, entre otras cosas porque, técnicamente, no podemos. Y esa es una dicotomía que va a tener que resolverse con cambios disruptivos de difícil implantación.

Debemos encontrar nuevos sistemas de envasados, más sostenibles y que no generen un coste adicional a nuestros bolsillos.

El Parlamento Europeo dio un paso en marzo del año 2019, cuando aprobó una nueva normativa a favor del reciclaje de plástico, que se debía poner en vigor durante el año 2021, y que pretendía la prohibición de los plásticos de un solo uso en todo el continente.

España tenía previsto hacer efectiva esta directriz a partir de este mes de julio. El problema es que entre medio ha habido una pandemia que ha provocado un consumo aún mayor de los envases de plástico, y las opciones de cambio todavía no se han hecho efectivas a día de hoy.

¿Creéis que vamos a poder conseguir este objetivo? Ojalá, pero las previsiones no son muy optimistas.

los envases de plástico

¿Que podemos hacer los consumidores para no usar tantos plásticos?

Existen opciones que el consumidor puede adoptar a la hora de consumir productos, que le permitan reducir la entrada de plástico en casa.

El problema es que, como decíamos hace unos días, dependen de la responsabilidad de cada uno de nosotros, porque no son más cómodas que el uso del plástico, y si no lo tienes muy interiorizado, es difícil que acaben llevándose a cabo de forma constante por parte de los usuarios.

Muchas empresas han empezado a efectuar el envasado en recipientes sostenibles, pero el perjuicio para el bolsillo de toda la cadena alimentaria es sustancial, encareciendo el producto al final de la cadena.

Es evidente que si queremos que el plástico desaparezca debemos conseguir que sea más caro que las opciones de envasado biodegradables, y no al revés.

Me parece muy curioso que, cuando vas a un comercio que se define como una opción de compra sostenible, al solicitar bolsas ecológicas, por ejemplo, que se supone que no perjudican al medio ambiente, descubramos que siguen cobrándonos lo mismo que en los supermercados que siguen utilizando las bolsas de plástico.

Este es un sinsentido de difícil entendimiento, ya que deberíamos premiar a todos por el uso de este modelo de consumo.

Cuando hablamos de las cocinas de producción, que trabajan en alimentación a grandes colectivos preparando comidas, nos encontramos con que el plástico es el único elemento que permite el correcto termosellado de los alimentos, y por tanto, su sustitución es una tarea de difícil cumplimiento. Y si existe, su precio es muy superior al de los envases de plástico. 

Por tanto, cualquier recipiente que no sea el plástico, a día de hoy, no es sostenible para una industria que se mueve al céntimo a la hora de poder vender sus productos a sus clientes.

Debemos ser cada vez más exigentes en el uso de los envases sostenibles, y debemos conseguir que su normalidad ayude a reducir el coste que representa su implementación para que el consumidor no sea el que acabe pagándolo. Al fin y al cabo, cuando se implantó el uso del plástico, no representó un incremento de costes de los consumidores, ¿verdad?

Aun así, debemos ser conscientes de que hasta que eso llegue, nuestro bolsillo va a resentirse por el uso de este tipo de productos.

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